Lo dulce del descanso en verano

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Como docente, me siento afortunado de que algunos amigos o conocidos me inviten a trabajar en algunas escuelas de verano, sin embargo, cada vez que eso ocurre debo agradecer su invitación y declinar la responsabilidad debido a que desde que ejerzo esta profesión aprovecho este tiempo para descansar y dormir bien, convivir con la familia, leer, hacer algún proyecto en mi hogar, o disfrutar de actividades recreativas y alejarme del trabajo durante unas semanas. 

En lo personal prefiero buscar, como dicen los italianos “il dolce far niente”, que se traduciría como “lo dulce del descanso” (o lo dulce no hacer nada) porque es algo que disfruto y espero con ansías cada verano. Y aunque las autoridades escolares insistan en decirnos que este periodo que comprende el fin de un ciclo escolar y el inicio del próximo no son vacaciones, sino un receso escolar y que por lo mismo debemos estar «en alerta», no dejo de pensar que el simple hecho de no preocuparnos por seguir un horario puede invitarnos al descanso y la relajación. Además, después de un año tan ajetreado como este, es buen tiempo de recordarme que no soy un robot programado para el trabajo, sino que me he ganado una pausa y que requiero de reponer energías que a la larga tendrá mas ventajas que laborar sin parar. 

Pero no me interpreten mal por favor, que nada tengo en contra de quienes cada verano siguen trabajando, al contrario, los respeto y mucho porque en la mayoría de los casos que conozco lo hacen para seguir sus planes de vida, o buscar un apoyo económico que a nadie le cae mal. Incluso entiendo que podría llegar un momento en que como padre de familia busque los servicios de otros compañeros docentes para que brinden atención a mis hijos, así que es importante que siempre haya profesionales de la enseñanza dispuestos a trabajar en verano con la misma atención y capacidad de periodos ordinarios. 

Por otra parte, les recuerdo a quienes “aprovechan” los días de verano para seguir haciendo actividades profesionales por cuenta propia, todo bajo la premisa de avanzar en los pendientes o evitar trabajar en el futuro, que dichas prácticas lejos de ayudar, podrían llevarlos a una condición de estrés que incluso genere algunas enfermedades que ni siquiera viene al caso mencionar aquí. Todos necesitamos descanso y ese es un hecho. En México y los países hispanohablantes, hasta donde sé, no tenemos una palabra precisa para referirnos al exceso de trabajo y sin descanso (salvo estrés, ansiedad o agotamiento, pero no son precisas a lo que aquí escribo), pero en las culturas orientales sí existen palabras que podemos recordar como “Karōshi” en Japón, “Guolaosi” en China o “Gwarosa” en Corea del Sur, cuyo significado sería “muerte por exceso de trabajo”. Sé que dichas culturas son muy distintas a la nuestra y que su búsqueda constante de disciplina y eficiencia los distingue en el mundo, pero sí sirve como un indicador de algo que no deseamos que ocurra con nosotros. 

Para terminar, a lo que me refiero es ante todo a una necesidad muy personal, que llevo años siguiendo para descansar en verano y que mientras pueda y Dios me lo permita intentaré respetar. 

¿Y ustedes qué piensan al respecto?


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