De non plus ultra en pedagogía a pen…samiento crítico

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Ayer recordé junto a mis compañeros docentes algo que hace años me ocurrió y que en su momento me dio tanta pena que casi lo había olvidado.

Todo vino a propósito de abordar el tema del desarrollo del pensamiento crítico, donde la mayoría expuso sus ideas sobre los videos, lecturas y actividades realizadas. Y justo ahí, cuando un compañero dijo que todo eso estaba muy bien, que era una tarea imprescindible y todo lo demás, pero que en primer lugar se requería confiar en la capacidad de quien guiaba, de sus saberes, experiencia, preparación y sobre todo humildad, fue como de pronto recordé la vergonzosa experiencia, que ya ayer conté en el CTE, pero que igual comparto aquí con quien guste leer:

Ocurrió cuando tenía 19 o 20 años de edad y cursaba segundo o tercer año de la escuela Normal, para entonces confiaba en lo aprendido de mis maestros y de las prácticas docentes realizadas, así que había hecho unas tarjetas de presentación en mi computadora, que repartía a maestras y maestros de escuelas primarias en las que ofrecía mi tiempo para cubrir sus grupos cuando ellos tuvieran algún asunto que atender. Me funcionó tan bien que de ahí sacaba algo de dinero, incluso hubo días en que me hablaban de dos lugares para cubrir grupos en un mismo día, así que tenía que buscar a compañeros para que me ayudaran (ellas y ellos lo pueden constatar todavía y, de hecho, continué con esta práctica incluso años después de egresado). El caso es que en una de esas ocasiones me invitaron a una escuela a la que ya había ido con distintos grupos y donde me tenían mucha confianza, solo que esta vez me avisaron o muy temprano ese día o muy tarde el anterior, así que no planeé mis temas, pero sintiéndome el non plus ultra en pedagogía me dirigí allá muy tranquilo.

Empecé el día bien con algunas actividades que dominaba, producto de la práctica misma seguramente, pero en algún momento del día un alumno preguntó sobre la celebración de una fecha cívica que se aproximaba, o me enseñó una manualidad, o vi algo que me incitó a hablar del tema…el caso es que me puse a improvisar una clase en torno a dicha fecha, (o el grito de independencia o la revolución mexicana), incluso hice que se analizara un breve resumen incluido en un libro de texto que me permití trabajar con amplitud. Como conté ayer, recuerdo tener la atención e interés de los niños, tanto que en un momento de la clase debió producirse un silencio tan claro que mi ángel de la guarda o mi inconsciente aprovecharon para gritarme ¡ey pendej%#&…la estás regando!, que debí “pelar los ojos” al reflexionar en la confusión de las fechas, luego ver que lo que tenía en el pizarrón, lo que ya había dicho y sobre todo que lo que mis alumnos estaban haciendo significaban un error de mi parte, no por el contenido, sino por la confusión de fechas (o el grito de independencia o la revolución mexicana) y me sentí chiquito, chiquito, chiquito…y aquello del Non plus ultra se rompió a pedazos irremediablemente. El caso es que intentando anular lo dicho debí borrar el pizarrón de prisa, pedir que cerraran los libros de inmediato y no sé si pedirles que cortaran lo que hicieron en la libreta y desear que existiera aquel dispositivo que usan en la película de “Hombres de negro” para alterar de sus mentes lo que recién había ocurrido…porque la verdad no recuerdo haber reparado el error desarrollando la otra fecha, la correcta, no por ignorancia, sino por el golpe de realidad que, ahora entiendo, era necesario.

A la escuela volví varias veces, no recuerdo si también a ese grupo, aunque creo que no, pero juro que ese error que hasta ayer no había contado, me sirvió como un auto regaño célebre, más que los que los maestros Marco Antonio, Felicitas o Max nos daban con cierta frecuencia en las aulas de la escuela Normal.

Lo comparto, aún con pena, lo juro, pero creyendo que sirve para reafirmar la idea de aquel compañero docente, sobre eso de que no se desarrolla pensamiento crítico sin un poco de duda o necesidad de reconocer que nadie puede tener la certeza de un tema, metodología, recurso o idea, totalmente. Así que coincido en el valor de la humildad. E igualmente deseo que esta lección aprendida sirva de manera especial para esas y esos jóvenes que, debido a la inexperiencia, creen estar capacitados en su oficio o profesión a partir de la teoría o primeras prácticas.

Y sí, por más agobiado que esté o así me despierten a medianoche estrujándome para hacerme preguntas, jamás confundiré que los días 15 y 16 de septiembre recordamos el movimiento de independencia y el 20 de noviembre la revolución mexicana.


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