Cuando estudiaba la Escuela Normal y estaba por iniciar el séptimo semestre pensé en poner pausa a la carrera docente…había llegado al momento en que empezaríamos con la práctica intensiva en la escuela primaria en que nos asignaran y yo, a pesar de tener un trayecto académico sin fallos, sentía que había llegado a un punto en que necesitaba un tiempo para mí, para revisar qué era lo que había aprendido.
Tenía por ejemplo, la idea de pasar un año completo leyendo mucho, desde los libros de texto de todos los grados y todas las asignaturas de primaria, hasta los textos que en mi formación docente había considerado como claves por las reflexiones que me habían dejado. En ese tiempo no vivía con mis padres y aunque tenía su apoyo, pensaba no molestarlos pidiéndoles que me dieran dinero sin estudiar. Para entonces, aunque poco, ganaba algo de dinero de tres fuentes: los grupos de educación primaria que cubría, mi trabajo de sábados y domingos como aplicador de exámenes para adultos e incluso como ayudante de jardinero tres días a la semana.
Pensaba que después de un año podría integrarme de nuevo a la carrera y poner en práctica todos los conocimientos que obtendría. Recuerdo que para dar los últimos toques a lo que planeaba hacer pasé una noche casi sin dormir recostado en mi cama y pensando en esto.
Al día siguiente bien armado de valor hablé con mi papá. Él me escuchó, pero no estuvo de acuerdo. Me dijo que no era sensato, que por mi edad lo veía fácil, pero que si dejaba la carrera no sería fácil regresar, porque las tentaciones para un joven eran grandes y más cuando se piensa que ganando su propio dinero es suficiente para mantenerse.
Por fortuna obedecí, pero la verdad la idea planeada rondó por mi mente algunos días o semanas más. Después tuve la sapiencia de involucrarme tanto en la carrera y en mis prácticas profesionales, que incluso hablé con una maestra de la Normal para que me orientara sobre en qué escuela estaba un maestro o maestra que trabajara bien con primer grado para ir a pedirle que me recibiera como aprendiz…y bueno, lo que vino después ha sido una ruta de retos grandes, sobre todo en los primeros años, ya titulado, en que batallé muchísimo para obtener una plaza docente donde tuve que buscar oportunidades en Michoacán, Zacatecas y estuve a nada de irme a Nuevo León, hasta que se habilitó la posibilidad de acceder al servicio con una plaza base por medio de un examen de oposición en mi estado, Nayarit, y entonces obtuve mi recompensa en la primera oportunidad.
Quizá algunos se preguntarán porqué escribo esto…la razón más importante es porque me duele mucho enterarme que hay jóvenes, que en esta época tan difícil que vivimos, abandonan sus estudios sin darse cuenta que en países como el nuestro no hay mejor boleto a una mejor vida, pese a todos los obstáculos que se enfrenten en el camino, que con una carrera profesional.
Por favor persistan, persistan, persistan y de ser posible acérquense con sus padres, familiares o personas de confianza y escuchen lo que ellos dicen desde la voz de su experiencia…porque cuando se es joven es fácil pensar que se pueden comer el mundo a mordidas, que no vale la pena escuchar sermones aburridos porque con ustedes será diferente, que son especiales o que tienen ideas originales, intrépidas…quien sabe si yo mismo en caso de no haber escuchado a mi papá estaría escribiendo esto.
Valoren lo que tienen, sigan avanzando y recuerden que de los momentos más difíciles suelen venir los mejores aprendizajes.