Hace apenas dos meses falleció Sir Ken Robinson, un inglés que a lo largo de su vida se especializó en temas educativos, particularmente en creatividad e innovación. De él he leído un solo libro, pero que me gustó mucho («Encuentra tu elemento»), además de escuchar su famosa charla TED («Las escuelas matan la creatividad») que es una de esas pequeñas conferencias que al escucharlas encienden el entusiasmo por hacer las cosas de manera diferente.
Robinson escribió y dijo siempre que «no hay sistema educativo en el mundo, en ninguna escuela, de ningún país que sea mejor que sus maestros. Los maestros son el alma del éxito en las escuelas»…y la verdad es que hoy más que nunca estoy convencido de ello; la razón es debido a que de manera directa, con charlas con directores y docentes, y a través de los docentes en formación, tengo la oportunidad de conocer a muchos maestros que hacen cosas extraordinarias para que los niños sigan aprendiendo, aún en la época en que vivimos.
Pienso que los docentes en México no reciben ni la mitad del reconocimiento que se merecen, porque si su función es difícil de realizar en la educación tradicional, ya se imaginarán lo que deben hacer en esta realidad que nos plantea esfuerzos enormes. Así que ahora que comienza a tomar fuerza en México y otros países latinoamericanos lo que se conoce como «homeschooling», que no es otra cosa que la invitación a que los padres de familia eduquen a sus hijos por cuenta propia, ajenos a la escuela y los docentes, me da miedo pensar que dentro de unos años/décadas dicha postura pudiera convertirse en una tendencia u otra una nueva realidad.
Lo que desde mi punto de vista debería ser lo ideal en todo caso, no es la llegada del homeschooling como un sustituto de la educación escolarizada, sino en todo caso un excelente detonador del verdadero interés y compromiso de los padres por acompañar el aprendizaje de sus hijos, es decir, siempre a lado de los docentes que cuentan con saberes específicos que no se reducen, como algunos quieren hacer ver, al trabajo en libros de texto y asignación de calificaciones.
Los buenos docentes hacen mucho más que eso: conocen a sus alumnos, indagan la forma en que aprenden y el entorno en que viven, las condiciones y obstáculos que enfrentan para el aprendizaje; planifican su actuación de manera anticipada; conocen la didáctica, metodologías y posibilidades de las diferentes áreas de conocimiento; los recursos que se adaptan mejor a cada momento y tema; las prácticas de interacción entre los alumnos; la importancia de la evaluación formativa y la retroalimentación como condición de ello; los medios tecnológicos al alcance y muchas cosas más.
Así que me parece que los padres que sí comprenden, apoyan y valoran la función de los docentes, también se merecen un reconocimiento. Porque hoy, por su acompañamiento en actividades escolares, saben de manera más clara que lograr que uno, dos o tres niños sigan aprendiendo temas valiosos para la vida no es sencillo. Ya se dieron cuenta que competir con los videojuegos, la televisión, las plataformas de video streaming como Netflix o Prime, las redes sociales y el internet en general es complicado…ahora qué será del docente que atiende a veinte, veintitantos, o más de treinta alumnos.
Es hora de valorarnos unos a otros, docentes a padres y viceversa…y que el día que regresemos a las clases presenciales, vuelvan con nosotros a las aulas también esos recursos tecnológicos que ya estaban ahí, pero que habían permanecido como algo distante para la mayoría de docentes…igual que esa relación de apoyo real entre maestros y padres, que siempre estuvo ahí, latente para todos.