Para Paulo Freire la práctica educativa implica el ejercicio de una profesión muy bella, pero reconoce que hay quienes llegan a la docencia por motivaciones de las que no pueden se puede esperar mucho. Quien no ama la profesión o no la ejerce con dignidad, tampoco puede exigir a las autoridades que se reivindique a su gremio, con todo lo que ello implica.
Freire recuerda que la docencia es una tarea fundamental, que amerita exigir una nueva forma de entender la administración donde se luchen contra tradiciones coloniales que relegan a las y los docentes y les lleva a trabajar en condiciones indignas. Invita a que los docentes ejerzamos un rol vigilante para las personas por quienes votamos, observar que cumplan sus promesas, que hagan un buen uso de los recursos y que los destinen a la educación… ello implica organizarnos dada la importancia de resolver los problemas educativos (no solo lo pedagógico, que es primero, sino también los asuntos éticos, políticos y financieros).
Igualmente señala que los sindicatos docentes deberían procurar mejores no solo mejores condiciones materiales y reivindicación salarial, sino también las gratificaciones que se obtienen después de cierto tiempo. “La educación no es la palanca de transformación social, pero sin ella la transformación no se da”.
“Ninguna sociedad se afirma sin el perfeccionamiento de su cultura, de la ciencia, de la investigación, de la tecnología, de la enseñanza. Y todo esto comienza con la preescuela.