Lo que hace y piensa un ATP. Más que un desayuno.

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Esta semana, en cuanto al aspecto académico, estuvo tan activa como las que han pasado al inicio de este ciclo: tuve reuniones virtuales, primero para analizar el material de trabajo de un diplomado junto a otros asesores, luego para trabajar una sesión más del mismo espacio formativo, pero con docentes de primer grado; también logré visitar tres escuelas primarias (dos para observar clase y conversar sobre las dificultades que enfrentan en primer grado y la tercera para entregar un material para una alumna con debilidad visual); y además me di tiempo para participar en un evento pequeño que, aunque no fue académico, es justamente el que me provoca las reflexiones sobre las cuales deseo escribir.

El evento fue un desayuno/reunión al que asistimos seis ATP´s para despedir a una compañera asesora que se jubiló. La opinión que de ella tengo en el ámbito profesional es de admiración, no solo porque hasta el último momento de su etapa activa estuvo al pendiente de las actividades que se realizan en la zona escolar en que se desempeñó, sino por el profesionalismo mostrado durante su trayectoria previa como docente en distintas escuelas primarias del estado, pero que al llegar al momento final se vuelven un recuerdo sí, como seguramente sucede a todos los profesionales de la educación, pero que además, dada la función que desempeñamos, se vive de una forma distinta. Es decir, creo que como asesores el apego que se puede llegar a crear con las personas con quienes interactuamos es distinto al que vive por ejemplo un docente o un director, directora; no estamos “fijos” en un aula o escuela trabajando con los alumnos o conviviendo con otros colegas…estamos un poco por aquí y un poco por allá…así que cuando llega el momento de retirarnos, supongo, porque ella no lo comentó, que quedará la duda de quién nos echara de menos.

Aunque pienso que lo que en realidad ocurre es que en el fondo de mi corazón, creo que los asesores construimos una identidad y trayectoria profesional, que igual merece un reconocimiento mayor, que seis amigos charlando unos instantes, no lo sé.

Pero que quede claro que todo esto es solo una visión personal. El tiempo que convivimos y platicamos (y que no impidió que continuáramos con nuestras actividades profesionales del día, incluida una sesión de trabajo a contraturno para docentes de primer grado), fue agradable para todos, especialmente para ella, porque significa que no pasa desapercibido un momento tan especial. Así que ella, se fue contenta, soy yo el del lío.


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