Joel Servando

Hoy leí una crítica hacia los que serán los próximos libros de texto gratuito para primer grado de primaria que dice que 𝘯𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘭ó𝘨𝘪𝘤𝘢 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘯𝘪ñ𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘭𝘦𝘤𝘵𝘰𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘶𝘳𝘢…

Este es un argumento que más que juzgarlo sin validez (porque no es la primera vez que lo leo o escucho) diría que indica desconocimiento de la manera en que ocurre el proceso de adquisición de la lengua escrita…al menos el que la investigación didáctica y lingüística avala.
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La razón es que los libros de texto para los niños que están en esa etapa (entre 5 y 6 años de edad) precisamente requieren de esas características, es decir, 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗽𝗿𝗼𝘃𝗲𝗰𝗵𝗲𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗲𝘅𝗽𝗲𝗿𝗶𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗽𝗿𝗲𝘃𝗶𝗮𝘀 con las que cuentan niñas y niños para traerlas al aula, para que ese sea el primer y más valioso recurso a trabajar; 𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗼𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱 donde se intercambian saberes, ideas, dudas, ¡descubrimientos!, para que se escuche con atención lo que cada quien comparte 𝗮 𝘁𝗿𝗮𝘃é𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗿𝗲𝗴𝘂𝗻𝘁𝗮𝘀…𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗶á𝗹𝗼𝗴𝗼 para construir nuevos saberes de manera colaborativa; 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗹𝗹𝗲𝘃𝗲𝗻 𝗮 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝘅𝗶𝗼𝗻𝗮𝗿 sobre la forma en que la escritura está presente en la vida cotidiana y la manera en que nos valemos de ella para usarla con distintos fines, 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗲𝗮𝗻 𝘆 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝗯𝗮𝗻 𝘀𝗼𝗹𝗼𝘀 𝘆 𝗮 𝘁𝗿𝗮𝘃é𝘀 𝗱𝗲 𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 (compañeros, docentes, familiares) aún cuando en el proceso no se haga con total convencionalidad y, entre otras cosas más, 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗿𝗲𝘁𝗲𝗻 𝗮 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿 𝗮𝘃𝗮𝗻𝘇𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 para convertirse en usuarios reales y con sentido de la lengua escrita.

Además, si a lo anterior aplicable incluso a libros de reformas anteriores, sumamos que por primera vez estos libros fueron hechos con base en la experiencia, pasión y saberes de maestras y maestros de todo México, que vivieron o viven en carne propia las necesidades del día a día, lo mínimo que deberíamos hacer, 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗼𝗻𝗴𝗼, es valorarlos y darles la oportunidad.

Es tiempo de dejar de creer en actividades solo memorísticas, de hacer por hacer, de acumular datos, ¡tomemos la libertad que nos otorgan! y usémosla con imaginación, responsabilidad y profesionalismo…y no esperemos que alguien, “experto” pero externo a la educación básica, venga a validar los conocimientos, saberes y experiencias que los docentes ya tenemos.