Lo que hace y piensa un ATP. Niños que leen y escriben a través de sus docentes.

Pubicado enDeja un comentarioCategoríasUncategorized

Esta semana tuve la posibilidad de observar tres clases completas sobre la asignatura de Lengua materna. Español en diferentes grupos de primer grado. En la primera de ellas pude ver al docente realizar la presentación del título Rafa el niño invisible, seguida de la participación de los niños que hacían sus predicciones sobre el contenido del texto; noté cómo procedía el maestro para motivar a los alumnos a organizar sus ideas provocando el interés por conocer la trama. Enseguida, lejos de realizar una lectura plana, el docente permitió la interacción de los pequeños confrontando no solo lo que habían propuesto antes de empezar la lectura en voz alta, sino también lo que anticipaban según avanzaba. Cuando terminó solicitó que le ayudaran a reconstruir el texto sugiriendo enunciados breves para ordenar los sucesos, mismos que, según las orientaciones actuales para el trabajo con la asignatura, son una forma adecuada de aprender a escribir pues se centran especialmente en el mensaje y sentido de lo que se escribe y no solo en aspectos propios del conocimiento del sistema de escritura. Finalmente trabajó una actividad que llamó “cacería de palabras” en la cual los retó a encontrar aquellas que él mencionaba y que aparecieron más de una vez…lo noté acudir hasta los lugares de las niñas y niños que levantaban la mano para preguntar si hacían el ejercicio correctamente y prestar más atención a quienes tenían más dificultades. Aún en el cierre de la clase se mantuvo una participación activa.

Las otras dos clases correspondieron a maestras que trabajan en forma colaborativa, que se coordinan para el diseño de actividades para la adquisición de la lengua escrita, pero que se permiten también ejercer su autonomía, creatividad y formas de intervención en el desarrollo de lo planificado. El proyecto abordado llegaba a su cierre, pero fue evidente que la forma en que cada una lo desarrolló se debió a esa libertad de actuación; en ambos casos se analizó un cartel donde los estudiantes expresaron sus ideas para dar forma a una receta de cocina y lo que me encantó fue ver palabras escritas aunque no todas en forma convencional, es decir, se leía «coco», pero también palabras como “cisea”, “kia” o “lera” en lugar de “ciruela”, “kiwi” o “lechera” con lo cual se infiere que todos los niños tuvieron oportunidad de participar, sin importar que otros lo hicieran convencional. Y lo mejor no es la actividad en sí, sino que las maestras se han atrevido a seguir las orientaciones incluidas en los materiales oficiales.

En otro día se desarrolló una sesión más del diplomado en alfabetización inicial en modalidad virtual, donde claro que hubo oportunidad de charlar brevemente sobre las prácticas de los docentes observados. Quiero pensar que mi análisis no se debe a un entusiasmo personal debido a que también los docentes participantes se dan cuenta de los resultados futuros que podrían esperarse si todos cooperamos con el enfoque actual basado en las prácticas sociales del lenguaje.

Incluso tuve la oportunidad de escuchar con mucha atención y aprender de una charla en línea titulada “Estrategias de alfabetización para atender el rezago en educación primaria” a cargo de una catedrática de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros. En fin, esto de tener en mente en forma constante los retos de los primeros grados de la escuela primaria me está llevando a aprendizajes más profundos y espero continuar de esa manera.


Deja tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.