Hay silencios, miradas y preguntas que solo aparecen al inicio de un semestre, sobre todo con quienes llegan por primera vez a la Normal. Y más en mi caso, después de siete años de no trabajar con estudiantes de nuevo ingreso. Con “los nuevos” vienen también nuevas dudas, certezas, motivaciones y un montón de silencios que, al menos en los primeros días, cuesta interpretar (¿no expliqué bien?, ¿son tímidos?, ¿los asustó?, ¡¿por qué tan callados?!).
El caso es que después de trabajar las primeras clases del curso El sujeto y su formación profesional, de la licenciatura en educación primaria, les juro que me siento revitalizado. Y no solo por el reto de encuadrar actividades y fechas en la dosificación semestral o la planeación semanal, sino también por la pregunta que guía la primera parte del curso: ¿cuáles son tus razones para elegir esta carrera?
Como parte de las primeras clases, decidí recurrir a los minutos iniciales de una película que me ha acompañado en distintos momentos de mi práctica docente: Front of the Class. Una historia que habla de inclusión, de ética, de obstáculos, pero sobre todo, de abrir la mirada hacia el ejercicio de la vocación.
Luego de proyectarles 15 o 20 minutos, les pedí que la terminaran en casa como parte de una actividad que busca mucho más que una simple reseña. La idea es verla con ojos de futuros docentes y llevar la reflexión hacia sus propias razones para estar en la Normal.
En clase, la mayoría se mostró receptiva. Dos o tres estudiantes en cada grupo dijeron conocerla. “Vale la pena”, dijeron. Y yo asentí, sabiendo que esa frase encierra más de lo que parece.
La trama, sin revelar demasiado, gira en torno a Brad Cohen, un joven con síndrome de Tourette que sueña con ser maestro. Desde niño enfrenta burlas, incomprensión, rechazo. Pero también encuentra momentos de luz: personas que lo ven más allá de sus tics, que lo apoyan, que lo incluyen. Su camino hacia la docencia está lleno de obstáculos, pero también de convicciones profundas.
La temática encuadra perfectamente con el curso, porque justo empezaron a compartir sus motivos: hablaron de vocación, algunos de tradición familiar, otros de experiencias relacionadas con la docencia, y algunos más de una búsqueda personal. Así, Front of the Class toca fibras que, como futuros docentes, necesitamos explorar.
Algunos de ellos, al igual que yo la primera vez, llorarán sí, pero enseguida tendrán que interpelarse en el sentido de entender que ni la vocación (y mucho menos la inclusión educativa real) son destinos que se alcancen a través de un camino recto. ¿Cuántos de nuestros estudiantes han sentido dudas, miedo, inseguridad? Esta historia les dice: es normal, pero no te detengas.
Por cierto, hay una escena que me conmueve cada vez que la veo. Cuando Brad era niño, su director lo hace leer frente al grupo. No para exhibirlo, sino para que los demás comprendan su condición, para integrarlo, para apoyarlo. Esa acción, aparentemente simple, marca un antes y un después. Como dice un diálogo del filme: “Unas pocas palabras, un poco de información y fue como abrir un mundo totalmente nuevo.”
Estos aprendizajes no son solo ideas bonitas para discutir en clase. Son semillas que quiero sembrar en mis estudiantes. Quiero que sean docentes sensibles, pacientes, conscientes. Que entiendan que enseñar es también incluir, escuchar, acompañar. Que sepan que cada alumno es especial, y que nuestra tarea es abrir caminos, no cerrarlos.
Estos primeros días del semestre ya me han dado muestras del reto que enfrento: una invitación a mirar con otros ojos, a pensar desde perspectivas distintas. Cada semestre es una oportunidad para mirar con más profundidad, para enseñar con compromiso, para incluir con convicción.
Y en ese camino, hay preguntas que no tienen respuestas fáciles, pero que vale la pena plantear a mis estudiantes (y a quienes me brinden unos minutos de su atención):
¿Qué harías tú si tuvieras un alumno con características diferentes?
¿Qué tan inclusiva es tu mirada como futuro o actual docente?
Y sobre todo: ¿Qué obstáculos estás dispuesto a superar para ejercer tu vocación?
No se trata de tener todas las respuestas. Se trata de estar dispuesto a buscarlas. Porque enseñar es también aprender.
